La NASA halla nuevas pruebas de agua líquida en Marte.

Como ya todos saben, este lunes después de presentar  los últimos hallazgos de la agencia espacial estadounidense, en relación a la presencia de corrientes de agua en Marte, fueron muchos quienes relacionaron esta posibilidad con la existencia de vida en el planeta rojo.
Desde hace mucho tiempo se ha sabido que en el pasado hubo grandes cantidades de agua corriente en Marte y también se conocía de la existencia de agua congelada bajo su superficie.

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Según Mary Beth Wilhelm, investigadora del Centro Arnes de la NASA , «es la primera vez que hay evidencia directa de la existencia de agua líquida en la superficie de Marte».
Wilhelm asegura que aún no se sabe de dónde proviene el agua,una posibilidad es que sea agua atmosférica.
Recordamos que ya en su momento la NASA informó que casi la mitad del hemisferio norte de Marte fue en el pasado un océano profundo.
Algo también sorprendente es el anuncio de que es probable que las corrientes de agua salada sean actuales,y no como algo del pasado.

 

 

 

Las Perseidas una gran lluvia de meteoritos.

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Las Lágrimas de San Lorenzo, la lluvia de meteoritos conocidos también como Perseidas, alcanzarán su mayor intensidad entre este domingo y lunes, cuando se crucen la Tierra y la cola del cometa Swift Tuttle, que orbita el Sol cada 130 años, informó la NASA.

La agencia espacial estadounidense indicó que la lluvia de Perseidas, que llena el cielo de «estrellas fugaces», es sólo parte del torrente de elementos espaciales que desde el espacio interplanetario irrumpen en la atmósfera de la Tierra cada día.

Las grandes «lluvias de meteoritos» como las Perseidas y, en noviembre, las Leónidas son los momentos más esplendorosos del flujo que cada día trae a la atmósfera terrestre de diez a cuarenta toneladas de polvo espacial.

La mayor parte de esos fragmentos se incinera al penetrar la capa exterior de la tierra, y los objetos un poco mayores arden en la fricción atmosférica y trazan en el cielo nocturno las breves líneas sobre las cuales, desde tiempo inmemorial, los humanos apuntan sus anhelos.

«Ese es el polvo interplanetario», dijo Diego Janches, quien estudia los micrometeoritos en el Centro Goddard de Vuelo Espacial de la NASA en Maryland, Estados Unidos. «Los fragmentos son restos de la formación del sistema solar, o son producto de colisiones entre asteroides o cometas hace mucho tiempo».

Estos fragmentos penetran en la atmósfera terrestre a velocidades de entre 12 y 70 kilómetros por segundo y traen minerales y metales de los cuerpos espaciales donde se originaron, como sodio, silicio, calcio y magnesio

Se detecta nieve en un sistema solar muy joven

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Por primera vez se ha obtenido una imagen de una línea de nieve en un remoto sistema solar sumamente joven. La línea de nieve, situada en el disco que rodea a la estrella de tipo solar TW Hydrae, promete revelarnos más sobre la formación de planetas y cometas, los factores que influyen en su composición y la historia de nuestro Sistema Solar.

Utilizando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), los astrónomos han obtenido la primera imagen de una línea de nieve en un sistema solar bebé. En la Tierra, las líneas de nieve se forman a grandes altitudes en las que las temperaturas, al bajar, transforman la humedad del aire en nieve. Esta línea puede verse claramente en una montaña, en la que vemos bien delimitada la cumbre nevada y la zona en la que comenzamos a distinguir la superficie rocosa, libre de nieve.

Las líneas de nieve en torno a estrellas jóvenes se forman de un modo similar, en las regiones más alejadas y frías de los discos a partir de los cuales se forman los sistemas planetarios. Comenzando en la estrella y moviéndose hacia fuera, el agua (H2O) es la primera en congelarse, formando la primera línea de nieve. Más allá de la estrella, a medida que la temperatura cae, otras moléculas más exóticas pueden llegar a congelarse y convertirse en nieve, como es el caso del dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), y el monóxido de carbono (CO). Estos diferentes tipos de nieve dan a los granos de polvo una cobertura externa que ejerce como pegamento y juega un papel esencial a la hora de ayudar a estos granos a superar su habitual tendencia a romperse tras una colisión, permitiéndoles, por el contrario, convertirse en piezas fundamentales para la formación de planetas y cometas. La nieve, además, aumenta la cantidad de materia sólida disponible y puede acelerar de forma sorprendente el proceso de formación planetaria.

Cada una de estas diferentes líneas de nieve — para el agua, el dióxido de carbono, el metano y el monóxido de carbono — puede estar relacionada con la formación de diferentes tipos de planetas . Alrededor de una estrella parecida a nuestro Sol, en un sistema solar similar, la línea de nieve del agua se correspondería con la distancia que hay entre las órbitas de Marte y Júpiter, y la línea de nieve del monóxido de carbono se correspondería con la órbita de Neptuno.

La línea de nieve detectada por ALMA es la primera detección de una línea de nieve de monóxido de carbono entorno a TW Hydrae, una estrella joven que se encuentra a 175 años luz de la Tierra. Los astrónomos creen que este incipiente sistema solar comparte muchas características con nuestro propio Sistema Solar cuando tenía tan solo unos pocos millones de años.
“ALMA nos ha proporcionado la primera imagen real de una línea de nieve en torno a una estrella joven, los cual es extremadamente emocionante, ya que esto nos habla de un periodo muy temprano en la historia de nuestro Sistema Solar” afirma Chunhua “Charlie” Qi (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, Cambridge, EE.UU.) uno de los dos autores principales del artículo. “Ahora podemos ver detalles antes ocultos sobre las lejanas regiones heladas de otro sistema solar similar al nuestro”.

Pero la presencia de monóxido de carbono podría tener consecuencias más allá de la simple formación de planetas. El monóxido de carbono es necesario para la formación del metanol, pieza fundamental de las moléculas orgánicas, más complejas y esenciales para la vida. Si los cometas transportasen estas moléculas a planetas en formación similares a la Tierra, entonces esos planetas estarían equipados con los ingredientes necesarios para la vida.

Hasta ahora, nunca se habían obtenido imágenes directas de las líneas de nieve porque siempre se forman en el plano central del disco protoplanetario, una zona relativamente estrecha, de manera que no podían precisarse su ubicación ni su tamaño. Por encima y debajo de esta estrecha región en la que se encuentran las líneas de nieve, la radiación estelar impide la formación de hielos. La concentración de polvo y gas en el plano central es necesaria para proteger el área de la radiación, de manera que el monóxido de carbono y otros gases puedan enfriarse y congelarse.

Con la ayuda de un truco muy ingenioso, este equipo de astrónomos logró penetrar en el disco y mirar muy de cerca dónde se formaba la nieve. En lugar de buscar nieve — dado que no puede observarse directamente — buscaron una molécula conocida como diazinio (diazenylium) (N2H+), que brilla intensamente en la parte milimétrica del espectro y es, por tanto, un objetivo perfecto para un telescopio como ALMA. Esta frágil molécula se destruye con facilidad en presencia de gas monóxido de carbono, por lo que solo aparecería, en cantidades detectables, en regiones en las que el monóxido de carbono se hubiese transformado en nieve y no pudiese destruirlo. Esencialmente, la clave para encontrar nieve de monóxido de carbono está en encontrar diazinio.

La extraordinaria sensibilidad de ALMA y su alta resolución han permitido a los astrónomos rastrear la presencia y la distribución del diazinio y encontrar un límite claro y definido, situado aproximadamente a unas 30 unidades astronómicas de la estrella (30 veces la distancia entre la Tierra y el Sol). De hecho, esto proporciona una imagen negativa de la nieve de monóxido de carbono en el disco que rodea a TW Hydrae, lo cual puede utilizarse para ver con precisión la línea de nieve del monóxido de carbono en el lugar en que las teorías predicen que debería estar — el borde interior del anillo de diazinio.

«Para estas observaciones tan solo utilizamos 26 de las 66 antenas que componen el total de ALMA. En otras observaciones de ALMA ya hay indicios de líneas de nieve alrededor de otras estrellas, y estamos convencidos de que futuras observaciones, con todo el conjunto de antenas, revelarán mucho más y proporcionarán mucha más información reveladora sobre la formación y evolución de los planetas. Espere y verá”, concluye Michiel Hogerheijde, del Observatorio de Leiden, en los Países Bajos